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Vuelta al mundo. Capítulo 11

29 de Septiembre

Blas de Lezo, famoso español que resisitió heroicamente el ataque de los ingleses
Blas de Lezo, famoso español que resistió heroicamente el ataque de los ingleses

Hoy toca Cartagena y excursión incluida en el crucero.

Salimos a ver la maniobra de atraque en el puerto. La entrada en el puerto de Cartagena es especialmente complicada.

Se entiende que los españoles pudiesen resistir aquí mucho tiempo a los ingleses, porque la entrada al puerto es a través de un canal que pasa entre dos islotes y hay que circunvalar.

La entrada en Cartagena es un poco extraña. Una hilera gigante de torres de apartamentos es la primera vista que uno tiene de esta ciudad.

 

 

Se hace difícil intuir nada del lindo centro colonial que uno espera. Tomamos el autobús que nos conducirá al centro.

Después de atravesar los edificios de la parte nueva, se divisa la gran muralla que rodea la Cartagena antigua, que por fin, se muestra a nuestros ojos.

Majestuosos y muy bien conservados, edificios y balcones de colores adornan las calles de esta estupenda Cartagena.

El autobús nos deja donde se estrechan las calles hasta no dejar pasar vehículos y parece que entrásemos en otra época. Una época gloriosa que debieron vivir estas casonas señoriales.

La gran muralla con muros de entre 20 y 50 metros de espesor, envuelve el conjunto único. Paseamos por sus iglesias, parques y callejones, limpias y en perfecto estado. El paseo resulta muy agradable, a pesar de que el calor cae a plomo.

Compramos chucherías en el mercado de las bóvedas, antiguo alojamiento de esclavos y admiramos la fortaleza y la estatua de Blas de Lezo, incansable defensor de este lindo sitio, y con ello, de ésta nuestra América Latina.

Leemos la historia del Capitán Drake y los piratas que asaltaron la isla.

Abandonamos la excursión a su regreso y nos quedamos a comer “donde Socorro”, restaurante típico al lado del reloj que nos recomienda muy acertadamente el guía.

Un taxi nos lleva hasta el barco. Nos deja en una especie de zoo, con loros, búhos, pavos reales, flamencos y otras especies tropicales que andan sueltas por el camino que nos lleva al Duty free que antecede al embarque.

Se hace de noche. Después de comprar nuestros imanes y postales, caminamos paseando hasta el barco. Esta iluminado y brilla en la noche coqueto. La temperatura es excepcional.

Termina una jornada muy grata, en la cubierta 9, mientras el barco se aleja del puerto, al ritmo de Bocelli…… encantador!

Cartagena Antonio con el Juan Valdes

2 de Octubre

Ayer fue día de navegación.

Estos días entre excursiones en los que uno se relaja y pone al día su diario, descarga las fotos de jornadas anteriores y aprovecha para leer y descansar.

En la grata compañía de nuestros nuevos amigos, comemos, bebemos y charlamos animados.

Al final de la jornada, me sentí un poco congestionada. Los aires acondicionados me están jugando malas pasadas.

Hoy llegamos a Puerto Limón. Decidimos no hacer la excursión incluida, que parece ser un peñazo. Una hora de autocar para ver una plantación de plátanos no parece la mejor forma de aprovechar nuestro tiempo en Costa Rica.

Quedamos en las escaleras de salida, para decidir qué hacer.

Tomás, que llega el primero nos espera rodeado de taxistas a la caza de cliente. Pepe todavía no ha llegado, y Juan se ha excusado.

Entre miles de propuestas y regateos, subimos a un taxi de 10 plazas para los cuatro solitos, o sea, bien cómodos, camino del Parque Nacional Cahuita, en busca de una playa con chiringuito donde echar el día.

42 kilómetros marca el cartel informativo de una carretera sorprendentemente buena. Una espesa vegetación tupe ambos lados de la calzada. Verdísimas plataneras, palmeras de distintas especies, troncos del Brasil, heliconias varias….

Un sinfín de vegetación se amontona intentando abrirse paso.

El paisaje es una maravilla. Del lado derecho, a veces puede verse la costa. La carretera la bordea.  Prácticamente salvaje, no encontramos casas ni pueblos en muchos kilómetros. Solo esa espesura verde jalonada de vez en cuando por un caudaloso rio que lleva sus aguas al mar. Vegetación en estado salvaje.

Vamos todos fascinados mirando por las ventanillas del taxi. El trayecto es estupendo.

El conductor gira a la izquierda, y nos anuncia la entrada al Parque.

Aparece la civilización en forma de Hoteles playeros y chiringuitos, rudimentarios pero bonitos, integrados perfectamente en el paisaje. El Taxista, que nos lleva a la playa y nos esperará tres horas para llevarnos de vuelta al barco, por el módico precio de 20 dólares, aparca y bajamos en un sitio que debe parecerse mucho al paraíso.

Una bahía de unos tres kilómetros de playa cristalina, rodeada de la espesa vegetación del Parque Nacional.

Previo donativo e inscripción en el libro de visitas, nos adentramos en el sendero que recorre paralelo a la playa, este maravilloso parque.

La belleza del sitio sobrecoge. Además, hay una paz divina. Entre la playa y el camino, nos cruzamos con una pareja haciendo fotos, una bañándose en la playa y poco más.

Nos damos un largo baño en las cálidas aguas caribeñas y lo disfrutamos como se merece. Me siento muy feliz de que todo haya salido tan bien hoy.

Disfrutamos de unas cervecitas en el bar del hotel. La “local beer” se llama Silver y del relajo natural que ofrece este magnífico enclave.

Sé que son muchos adjetivos superlativos pero creerme, el sitio los merece.

Me voy con la impresión de que volveré a este lugar. Me he enamorado de él.

Llega el momento de partir.  Volvemos al barco.

Con más de media hora de retraso, el barco zarpa con el “partiré, surcando los mares”. Se me ponen los pelos de punta, otra vez.

Antonio ha oído en el ascensor que había quedado un autobús con 46 personas en tierra. Parece raro, pero ya tendremos más información.

 

Esta madrugada, a las 6 y media, entraremos en la primera exclusa del Canal De Panamá y nos esperan 4 días de navegación.

No he podido hablar con mamá. Se ve que las tarjetas prepago latinas no sirven en Costa Rica.

Hablé un rato por Whatsapp con mi hija, Judith. Parece que todo está bien por allí. Aunque, ¿Qué otra cosa me iba a decir? Echo de menos hablar con ella. Espero que en México funcionen las tarjetas y llamarlos a todos.

 

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